lunes, 4 de enero de 2010
TESTIMONIO SOBRE DON ADOLFO GASS
El Dr. Andrés Galván, quien trató a Don Adolfo Gass durante varios años, nos hizo llegar su testimonio como homenaje al gran senador. Lo queremos compartir porque refleja al Adolfo que venimos resaltando: humilde,solidario, luchador por la justicia, radical hasta la médula.
Acompañamos a su familia. Abrazamos a todos los correligionarios.
Hugo Turrini
HASTA PRONTO, SENADOR
“¿Qué hacés en este barrio que no es el tuyo?”, me sorprendía por detrás un hombre mayor que me tomaba de los hombros.
Yo estaba tomando un café en La Biela, preparando alguna materia del tramo final de mi carrera de Abogacía –demasiado dilatada- que pude concluir en 2003.
“Vos serás de San Isidro, pero del San Isidro proletario, esto es La Recoleta, che”.
Era mi amigo, el Senador Adolfo Gass.
Me paré y le dí un abrazo, a quien desde muy pibe traté con (talvez) desmesurada confianza.
Lo había conocido a través de mi mamá, quien lo atendía en la Sucursal San Isidro del Banco de la Provincia de Buenos Aires. Desde los tiempos gloriosos del año ’83, que en mi casa fue una fiesta.
Y el Senador “Fito” Gass era un feliz portador de las novedades de ese gobierno cuya marcha importaba tanto en casa.
Porque era un íntimo amigo de Alfonsín y nos hacía llegar esas intimidades que atestiguaba de esa gestión que era tan nuestra.
Recuerdo que para sexto o séptimo año del colegio nos habían encomendado un trabajo que consistía en un reportaje a un dirigente político, pensando, infiero, en algún concejal o funcionario del Municipio.
Yo no dudé que debía ser mi amigo el Senador Gass. Y me fui al Congreso a verlo. Sería un miércoles, porque el Senador estaba en el recinto, lo que se me presentaba como excusa respecto de la entrevista que me emperraba en hacer.
La Secretaria (es realmente un crimen que no recuerde su nombre), para tranquilizarme me dijo que le haría saber al Senador lo de la dichosa entrevista, yendo directamente a la Cámara.
No lo olvidaré jamás.
Estaba sentado en una de las primeras bancas y al verme por la puerta entornada, me sonrió y al igual que los entrenadores de básquet puso el dedo índice de la mano derecha bajo la palma de la izquierda, señal de que lo aguardase.
Y salió nomás. Me dio uno de sus abrazos y me dijo que fuera paciente, que me iba a conceder la “entrevista”, la que en realidad nunca le hice personalmente pero se encargó de completar en su despacho y hacérmela llegar.
Más adelante en el tiempo, cuando me abocaba a una inconclusa biografía sobre Arturo Illia me recibió en su despacho del Senado, que nunca abandonó, pese a haber cumplido su mandato.
Durante tres horas me contó anécdotas sobre quien, invariablemente, denominó: “el Presidente Illia”. De su experiencia en Israel como embajador argentino, de su relación una vez que don Arturo dejó la Presidencia. Me llevé una caja de documentación que conservo, desde luego y que mucho me servirá en un futuro (espero) no tan lejano, cuando concluya ese trabajo, en el cual don Adolfo, depositaba tantas expectativas y por cierto, las cintas con su palabra.
Me contó en esa oportunidad sus peripecias en el exilio venezolano, país que amaba con el cariño de quienes saben recordar a los buenos amigos de los malos momentos. De su huída y la asistencia providencial que tuvo entonces de su amigo Raúl y del propio Ricardo Balbín.
Nunca hablamos del hijo, de su perra suerte, víctima de esa dictadura infame que asoló este país, de ese tiempo inconcebible.
Me apenó mucho saber que esta madrugada se fue, mi amigo el Senador.
Cierto es que estaba viejito y la última vez que lo vi (hará dos años de esto), un 18 de enero en la Recoleta, en un homenaje a su “Presidente Illia”, lo encontré desmejorado, aunque lúcido y vivaz como siempre.
Representaba Adolfo esa estirpe de los radicales populares.
De los radicales con convicciones, con integridad, con honestidad personal, que uno que ha sido y sigue siendo radical (no pocas veces muy a pesar de uno mismo) revaloriza día a día en estos tiempos de alharaca y confusión.
Adiós, Senador, en un rato voy a ir a despedirlo al Congreso.
Que descanse en paz.
Dr Andrés Galván
http://encuentrotresdejulio.blogspot.com/2010/01/hasta-siempre-senador.html
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