domingo, 1 de abril de 2012

EL RECUERDO DE RAÙL ALFONSIN, UN DEMÒCRATA Y ESTADISTA INIGUALABLE


por NELSON HAYES


El 31 de marzo de 2009 la Democracia argentina se quedó huérfana. Su padre, Raúl Ricardo Alfonsín, sucumbía a una enfermedad que le quitó paulatinamente la salud, pero no pudo mermar en lo más mínimo su claridad intelectual, su lucidez, ni sus convicciones.

Nacido en Chascomús el 12 de marzo de 1927, Alfonsín comenzó a militar en la Unión Cívica Radical (UCR) desde muy joven, antes de recibirse de abogado. Luego de enfrentarse con Ricardo Balbín, presidente del partido en ese momento, fundó el Movimiento de Renovación y Cambio (MRyC) en 1972. Un año después participó en las elecciones internas como precandidato a presidente, y perdió ante Balbín en dos oportunidades, aunque luego accedió al cargo de diputado nacional.

Durante la dictadura militar formó parte de la Junta Multipartidaria en representación del radicalismo junto a Antonio Tróccoli. Anteriormente, bajo el gobierno de facto de Juan Carlos Onganía, había escrito en distintos medios utilizando el seudónimo de Alfonso Carrido Lura (juego de palabras con las mismas letras de su nombre completo).

En 1983 se consagró candidato por la UCR junto al cordobés Víctor Martínez, tras dejar en el camino a la fórmula encabezada por Fernando de la Rúa. El 30 de octubre de ese año fue elegido presidente de todos los argentinos, al vencer al candidato justicialista Ítalo Luder. Durante la campaña electoral recorrió todo el país, seduciendo al electorado con sus discursos llenos de esperanza y coherencia. Además de recordarnos a todos el preámbulo de la Constitución, que afirma cuál es el espíritu de la carta magna de la nación, dejó frases para el recuerdo, como la famosa: “Un médico a la derecha”, que reflejaba cómo el gran líder estaba en todos los detalles, incluso observando si había alguien que se descompensaba entre las multitudes que acudían a sus actos. Otra frase histórica de su autoría fue: “Con la democracia se come, se cura y se educa”.

Ya en ejercicio de la presidencia, creó la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep), que se encargó de investigar las aberraciones cometidas por los militares que usurparon el poder desde 1976 hasta 1983, cuyo resultado más emblemático es el libro Nunca Más. De eso se valió para promover el histórico juicio a las juntas militares por sus continuas violaciones a los Derechos Humanos.

Debió padecer catorce paros generales y dos alzamientos militares, además de un sabotaje económico-financiero por parte de grandes industriales y de miembros de la oposición. Luego de dejar el poder, siguió siendo el líder indiscutido del radicalismo, y luchó hasta su muerte por una nación en la que debería primar el diálogo por sobre las diferencias, y en la que no debería haber soberbia ni mezquindades de ningún tipo.

Raúl Alfonsín dejó un legado imborrable que todos deberían seguir: el legado de la honestidad, del compromiso, de la humildad, de la inclusión, de la justicia, de la equidad. Por todas sus virtudes, siempre se lo extrañará.



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