domingo, 1 de mayo de 2011

EL TRABAJO Y LA DIGNIDAD DEL HOMBRE


Las organizaciones obreras habían establecido un plazo: el 1º de mayo de 1886 la jornada legal de ocho horas debía ser una realidad. El presidente Andrew Johnson había promulgado la ley que contemplaba dicha situación pero, evidentemente, no se cumplía. Llegado el 1º de mayo , Estados Unidos, se vio paralizado por unas cinco mil huelgas en todo su extenso territorio. En general todo había sido en forma pacífica, aunque Chicago fue la excepción. El 4 de mayo hubo represión policial en un acto obrero y una bomba estalló matando a uniformados. La reacción de la policía no se hizo esperar y ,en forma indiscriminada, muchos manifestantes fueron muertos y heridos en el lugar. Finalmente, ocho de los organizadores de las reuniones de trabajadores fueron condenados por este episodio. Algunos, a cadena perpetua. La mayoría, a muerte. Los “mártires de Chicago” no hicieron más que agrandar la llama de la rebelión y el reclamo por los justos derechos del trabajador. Tres años más tarde, las organizaciones obreras determinaron que el 1º de mayo sería internacionalmente reconocido como el “Día del Trabajador”.

Me he preguntado muchas veces : qué significa el trabajo para el hombre?? Siempre pude constatar ese sabor agridulce: es una actividad que permite que podamos afrontar nuestros gastos para vivir; es una actividad que permite el desarrollo de nuestra vocación y nuestra realización humana; es una actividad muchas veces gravosa que preferiríamos evitar esperando el fin de semana, los feriados o las vacaciones....

En la Antigüedad, sabemos que los griegos veían como lo sublime el dedicarse a la filosofía, al ocio , la contemplación. El trabajo físico, duro, debía ser realizado por los esclavos.

Para la cultura judeo-cristiana, tal como se refleja en el libro de Génesis en la Biblia, el trabajo surgió como fruto del pecado, de la desobediencia del hombre a Dios. Ante ello, el Creador condenó a la criatura: “Ganarás el pan con el sudor de tu frente”. En definitiva, el trabajo era una “maldición”.Pero para esa misma cultura, la concepción laboral cambió cuando Dios hecho hombre, encarnado en Jesús trabajó con dignidad. Así como el Padre había sido el “primer trabajador” que había creado el mundo en seis días, para descansar el séptimo, Jesús nació en un hogar obrero, en la casa de un carpintero cuyo oficio aprendió y practicó. Cuando su padre terrenal, José, murió, se hizo cargo de la carpintería hasta que a los treinta años se dedicó de lleno al ministerio de llevar las “buenas nuevas de la Salvación”, realizando sanaciones y milagros de todo tipo. El trabajo no podía ser tan malo si Jesucristo fue un “laburante”.Lo mismo ocurrió con San Pablo, el primer gran misionero que extendió el Evangelio por el mundo antiguo, quien tenía una “pyme” y confeccionaba tiendas. Además se jactaba de ello, recriminando a sus colegas que pretendían vivir de la “predicación” diciéndoles en la epístola a los Tesalonicenses: “El que no quiere trabajar, que tampoco coma....”

Claro que el trabajo ha pasado por distintas formas a lo largo de la historia: la esclavitud, la servidumbre en la Edad Media, el trabajo asalariado a partir de la Revolución Industrial. Es en esa revolución de la producción masiva en que el hombre sufrió una explotación terrible de llegar a trabajar16 horas o mas; en que las mujeres y los niños realizaban las duras tareas en las minas; la que permitió el agrupamiento de los trabajadores para reclamar por sus derechos hasta llegar al 1º de mayo del que hablamos al principio.

“El trabajo en todas sus formas gozará de la protección de las leyes....” dice el comienzo del artículo 14 bis de nuestra Constitución Nacional, creado por el dirigente Crisólogo Larralde.Las leyes y, para no dejar dudas, las Constituciones reconocieron los derechos fundamentales del trabajador.

Aun así, el capitalismo salvaje y las terribles crisis, han diezmado al eslabón más pobre de la cadena: al proletariado (a quien solo tiene su “prole”).La desocupación ha destruído la vida y la esperanza de muchos trabajadores argentinos a partir de la experiencia de los noventa. La inflación ha reducido, y reduce, los salarios aumentando la pobreza. Las formas de explotación y el fraude laboral se han seguido extendiendo. Niños que trabajan en lugar de estudiar. Niños que dejan la escuela, “no trabajan” afuera, pero deben ser padre y madre de sus hermanitos más pequeños.Tenemos una Argentina violenta, fruto de la exclusión social. Ante ello, es fundamental fortalecer el concepto de FAMILIA. Esa institución básica de la sociedad en donde se practica la libertad y la igualdad. Como solía decir en sus discursos de campaña nuestro hoy candidato presidencial RICARDO ALFONSÍN: "... en la familia nadie obligaría a un hijo a trabajar para que el otro pudiera ir a una buena escuela; los menos dotados del grupo familiar no son abandonados a su suerte, tampoco los débiles o enfermos, sino que son ayudados por el conjunto". Esos mismos conceptos deben ser extendidos a la “GRAN FAMILIA” que somos todos los argentinos, que somos toda la humanidad.

Llegamos a otro 1º de mayo y seguimos abogando por la dignidad del trabajador soñando con un país con desarrollo económico, cultural, social, en que los bienes de la humanidad lleguen a todos.

Dr Hugo Turrini