Llegará hoy una nueva Nochebuena. Con seguridad brindaremos por una Navidad en paz y armonía. Pediremos bienestar, prosperidad, trabajo, salud y ventura para nosotros y para nuestros seres queridos.
Pero también, con profundo recogimiento, roguemos con franciscana humildad que se nos otorgue la luz y la fuerza necesaria para transitar los difíciles senderos por venir. En un acto de conciencia colectiva comprometámonos a luchar por la reconstrucción de la solidaridad entre hermanos. Comprometámonos a sentir el dolor de los niños con hambre, de sus madres de espalda encorvada y de sus padres sin trabajo, desamparados y librados a su suerte. Comprometámonos a vivenciar la incertidumbre de los jóvenes que sienten que no tienen porvenir. Comprometámonos a entender que la falta de educación y trabajo nos ha sumido en esta espantosa realidad de inseguridad colectiva. Comprometámonos a compartir la soledad y la exclusión de nuestros abuelos, que sólo esperan en una plaza el final de sus días. Comprometámonos a solidarizarnos con nuestros hermanos humillados y escarnecidos por la pobreza que, en definitiva, a todos nos hace esclavos.
Si es posible que todos estos crueles pero reales suplicios se hagan carne en nuestros corazones, seremos agraciados por el Superior para caminar como peregrinos la senda de la fe, la esperanza y la caridad. Fe, para enfrentar y vencer a la pobreza. Esperanza, para sentir que es posible devolverle la dignidad a nuestro pueblo. Caridad, para construir una sociedad solidaria y de bienestar general que nos comprenda a todos por igual.
Practiquemos lo que predicamos y cada día rindamos cuenta de estos supremos compromisos que los invito a asumir.
Estrechemos nuestras manos, acerquemos nuestros corazones, y unamos nuestras voluntades, en paz, armonía y tolerancia.
Que esta Navidad, haga renacer con más fuerza en nuestro espíritu, la vocación y el compromiso inclaudicable del deber hacer por el prójimo.
TOMÁS BRES
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