lunes, 21 de diciembre de 2009

DOCUMENTO DEL ENCUENTRO RADICAL EN BOLÍVAR


Al culminar el año saludamos la recuperación del Radicalismo que resurge para servir al país. Asumimos que en el ámbito bonaerense debemos completar el proceso de recuperación del sendero de Yrigoyen, Larralde, Balbín y Afonsín para conducir al Acuerdo Cívico y Social (ACyS) a la victoria en el 2011. Para esto es necesario profundizar la democratización del Partido, su desburocratización, y ser firmes y claros opositores a un gobierno provincial que se anota entre los peores de la historia y altamente dependiente de los mandatos del poder central.

El 2009 fue de buenos resultados electorales en el país y al que aportamos aún cuando el dueto peronista gastó en propaganda, cada uno, 12 veces más que el ACyS y de las formas más arteras de promoción de la polarización. A nuestra perfomance aportó el rol radical en las luchas del campo durante el 2008, la sensibilización social por el 25 Aniversario del Gobierno y el fallecimiento de quien fuera su Presidente, el Dr. Raúl Alfonsín, que movilizó las reservas morales del pueblo argentino.

Hubo una correcta gestión política de tales condiciones. Cabe destacar como determinante la democratización partidaria, la institucionalidad emergente, la política de alianzas y la dirección táctica y estratégica. Desde allí reconocemos y hacemos nuestra la acción del Presidente del Comité de la Provincia Daniel Salvador y del Comité Nacional Gerardo Morales. Del mismo modo, de la calidad de la propuesta de candidatos que ofrecimos al electorado en todos los niveles y que hubiera sido impensable en las condiciones en las que se elegían anteriormente. La de Ricardo Alfonsín, al frente de los diputados nacionales y la de centenares de hombres y mujeres radicales de quienes nos sentimos orgullosos.

El radicalismo de las componendas ha sido superado por un nuevo ambiente que favoreció en la calidad de sus candidatos, inclusive, a los sectores que se resistían al cambio. Excepto los distritos intervenidos, cada radical pudo elegir y ser elegido. Esto constituye un estímulo adicional para militar y nos asumimos dirigentes de este proceso de democratización y al que no pocos se opusieron. La mayor parte de los electos no figuraban en la hoja de ruta prevista por la superestructura de entonces, al inicio de año. Esto es un paso gigantesco.

El fortalecimiento institucional del Partido se afianzó con la organización de la juventud. En todos los casos no se trato de un camino simple y completo. La inercia de las fuerzas conservadoras se hicieron sentir en uno de los mayores obstáculos a la democratización: la Junta Electoral del Partido que es el ícono del carácter de la lucha interna y para remover las causas de los fracasos que aún nos duelen. Hasta la propia justicia, y por unanimidad, marcó a fuego la naturaleza de sus decisiones, poniendo las cosas en su lugar y recordándole a la Junta Electoral que su rol es el de garantizar la democracia interna y no la de asegurar picardías.

Quienes tienen más temor que deseo del cambio resistirán y para ello pondrán, ya lo están haciendo, todos lo que sea necesario para evitar nuestra victoria. No reconocen en esas prácticas, el Estado prebendario y patrón y el clientelismo la causa de los fracasos de la política.

Nos comprometemos a luchar para que el Radicalismo del Bicentenario sea transparente, institucionalmente fuerte y moderno para impulsar un programa de movilización y de confianza y la renovación de los cuadros. Los contingentes juveniles movilizados por el legado de Raúl Alfonsín deben traducirse en la propuesta política e intelectual del Partido. Esa fue aniquilada con la derrota cultural de los 90. Desde allí que la formación, selección y promoción de nuevas figuras pasa a ser una cuestión estratégica para los ambientes progresistas del Partido. Los nuevos paradigmas, modo de comunicación, creación de identidad y demanda creciente de soberanía ciudadana condena a esas organizaciones internas no flexibles ni democráticas a la esterilidad.

Estos, además, han menguado la calidad del proceso de unificación del radicalismo del que nos reconocemos promotores principales como lo testimonian los documentos ante las Convenciones Nacional y Provincial y que denominamos “contradiáspora”. Una política para aportar interrumpir la fragmentación política que condena al País. Primaron, mediante inventivas sorprendentes, intereses secundarios y de corto plazo para habilitar reincorporaciones al margen de la Convención Provincial y achicaron la puerta de los que volvieron. Ésta debe ser convocada para regularizar la situación y promover nuevos espacios de encuentro con otros radicales que esperan que los convoquemos. A la par, así lo decía nuestra propuesta, los reingresos no deben ser causas de aniquilamiento de los que se quedaron a cuidar el Partido. La decisión antiestatuaria de la Mesa de la Convención ha promovido este perjuicio desde la falta de respeto a las autoridades y militantes de radicalismo de los distritos. El camino ha sido recuperado por el Plenario del Comité de la Provincia convocando a la opinión de los mismos e iremos a abrazar la unidad preservando nuestro patrimonio histórico reciente. Entonces, vamos por el encuentro de los radicales basado en la democracia, la armonía de los derechos de todos, la transparencia y la renovación. Con esos atributos, la unidad es nuestra bandera.

La misma, y el fortalecimiento del ACyS, son condiciones estratégicas para una buena victoria para el 2011. No se trata sólo de vencer. La última experiencia (de la Aianza) nos obliga a la previsibilidad para existir en buenas condiciones en el 2015. Y la previsibilidad es una cuestión de la fortaleza del Partido, de la calidad de los candidatos que proponga y de la formación de cuadros políticos que lleven adelante y sostengan la propuesta de modo eficiente y consistente. Debemos dirigir un proceso complejo de recuperación nacional que conduzca a la inclusión social y territorial y al acceso de Argentina a la sociedad del conocimiento.

Del mismo modo que la revalorización social del gobierno de Alfonsín fue determinante para la reconciliación del radicalismo con el pueblo, es condición para la formulación del programa correcto, y sus ejecutores, reconocer la derrota cultural de los 90 en manos del neoliberalismo que ha conducido a una generación a la ahistoricidad y que tiene como consecuencia un país excluyente. Una derrota cultural ocurre cuando los paradigmas, códigos y contenidos de los enemigos pasan a ser de integrantes de nuestras propias fuerzas y nos conduce a la desorientación. Y eso ocurrió cuando la contradicción pasó de democracia o dictadura a ser democracia o mercado sin asumir que éste carece de horizonte temporal y social. Es en los escombros de esa batalla cultural en donde encontraremos las brújulas perdidas y que nos reconduzca en el camino al progreso. La de revalorizar el rol del Estado, formular una política exterior conforme a la historia del radicalismo, y contar con los cuadros políticos adecuados. Sin este balance cualquier programa es una formulación de las características del de la Alianza. La cuestión es política y no académica, aunque la gestión política del conocimiento debe ser una de las claves de la certidumbre y de la capacidad de imaginar y desarrollar un futuro.

La crisis económica internacional ha concluido y ha sido el rol de los estados nacionales y los instrumentos de políticas activas las que impidieron el derrumbe de la globalización y la reactivación que vivimos. Entender estas claves nacionales, la presencia de China e India en la economía mundial, y sus políticas, y la fortaleza latinoamericana es central. Nuevas oportunidades resurgen para la Argentina y nos proponemos potenciarlas. El problema nacional es que el modo de gestión política de la Resolución 125 esfumó el círculo virtuoso en el que estaba la economía y la sociedad y se generó un ambiente, desde la crispación permanente, contraria a las necesidades de inversión, innovación, emprendedurismo y certidumbre que demandan los tiempos para competir en el mundo. Hay que recuperar el círculo virtuoso a la par del crecimiento movido por el mercado mundial y el camino es el diálogo y la concertación.

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