Es común que comentemos y reconozcamos en la tradición de nuestro partido la importancia y trascendencia de nuestro rol en la preservación de las instituciones como garantía del juego democrático a lo largo de la historia, características que no solamente distinguimos nosotros sino la ciudadanía en su conjunto, lo que muchas veces nos llevó a ser elegidos como alternativa de mayorías. Esto, acompañado por nuestro constante compromiso por la justicia social y la igualdad fue conformando el ser radical, marca imborrable en las mejores páginas de nuestra patria. La reciente despedida a nuestro Raúl Alfonsín refleja el reconocimiento de un pueblo a un líder y a un partido inclaudicable en las causas justas, al que muchas veces se le suele exigir más que a otros, mas coherencia, compromiso y hacer las cosas de la mejor manera, y está bien que así sea: siempre fue el espacio del sentir republicano. La UCR es un partido, institución clave para el desarrollo democrático. Aunque muchas veces caigamos en el exceso del enciclopedismo del análisis histórico, si bien nuestro coherente sendero centenario nos lo exige, hay un hilo conductor en cada paso que fuimos dando, camino que enseñamos con orgullo por el legado que deja. Pero es precisamente nuestra historia la que nos obliga a reforzar nuestra identidad a partir de un proyecto común, no solamente por su perdurabilidad en el tiempo y sus glorias pasadas. Es que nuestra historia también se narra con algunos pasajes turbulentos, como todo movimiento político, instancias que dejaron sus traumas cada vez que nos movimos de la causa.
Se torna fundamental no solo pararse a analizar la historia de la causa sino también la causa de la historia. Venimos de transitar una de las crisis más profundas de nuestro partido. El fracaso de nuestro último gobierno, los posteriores desmembramientos, diásporas y enfrentamientos internos de suma cero, en donde sin discutir modelos antagónicos se había transformado en un espacio incombible, de escasa participación y nula incidencia en la política nacional. Hoy sentimos esperanzados que lo peor ya paso, el radicalismo está en la calle, es opción de gobierno en cada rincón de la Argentina, participa activamente en las luchas por más igualdad y más democracia. Así lo reflejan no solo los últimos resultados electorales sino la percepción de la ciudadanía que valora nuestra cultura en momentos de atropello y bastardeo de las banderas progresistas. El radicalismo está de pie, después de tiempos difíciles hoy presenta sus mejores cartas a la comunidad, sin concesiones y con responsabilidad.
Pero queda un largo camino por recorrer. Si el mundo se transforma y los cambios de paradigma repercuten en la estructura económica, la comunicación y la cultura, por supuesto que también lo hacen en el juego político, su representación y la participación ciudadana. Asumamos el reto de consolidar un partido moderno, plural y progresista.
Un partido moderno, que asuma el emergente de nuevos actores sociales y políticos y comprenda que es en la interrelación e interacción con estos actores lo que generará un entorno de desarrollo, para garantizar la justicia social. Un partido sin complejos para repensarse ante los nuevos escenarios.
Un partido plural, donde puedan convivir diversas expresiones, tendencias y movimientos, sin perder de vista el sentido de pertenencia y de unidad, fundamentales para preservar esta matriz democrática. Abriéndole la puerta a los que vuelven, sin condicionamientos para su participación, sin amputarles la palabra. Fomentando el debate político, alentando la discusión, trascendiendo las encuestas y las imágenes positivas muchas veces fogoneadas por los medios, quizás una de las causas de nuestro último fracaso. Abierto a la construcción de acuerdos y coaliciones con partidos políticos socialdemócratas. Un partido genuinamente progresista. Palabra bastardeada por experiencias truncas y por la trampa de este gobierno, que debemos deconstruir para reforzar nuestra identidad. De perfil socialdemócrata, que reconoce al Estado y la redefinición de su rol, ni como dueño ni estando ausente o de rifa, sino controlando, fomentando, promoviendo y facilitando la igualdad de oportunidades y el acceso al bienestar. Asumiendo este desafío encontraremos puntos de referencia en la actualidad y no solo en la historia, seguiremos consolidando nuestra activa participación y aporte a la lucha por las causas justas y construiremos una alternativa de gobierno para Argentina, sin caer en la oposición por la oposición misma ni en mezclarnos con los nuevos lideres mediáticos del neoconservadurismo. La gente pide la consolidación de nuestra alternativa, como le expresó en las últimas elecciones, sigamos el camino comenzado, el de la recuperación, cercano a los problemas concretos. Estos son algunos de los temas que esperamos debatir en el Encuentro Nacional de Radicales en la ciudad de Rosario, para seguir consolidando el camino de la vuelta del radicalismo.
MARÍA LUISA STORANI
Diputada Nacional Electa UCR en el
Acuerdo Cívico y Social
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