Raúl Alfonsín expresó ante el mismísimo gobernador Scioli, en uno de los últimos homenajes que recibió en vida justamente en la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires, que el último cuarto de siglo: "la Democracia avanzó. Pero no avanzó linealmente, sino en forma de serrucho..." La realidad de una Democracia con avances y retrocesos no escapó a la sutileza del viejo líder, ante la sonrisa de sorpresa del titular del ejecutivo provincial.
También recordó que "quien no distingue entre la Democracia y la dictadura, no sabe la diferencia que hay entre la Vida y la muerte..."
Esas frases, esos gestos del 2008 fueron constituyendo ese testamento político, el resumen de un legado para los tiempos, que nos dejara don Raúl.
La Democracia que celebraremos en su escalón 26, el próximo 30 de octubre, es aquella en la que funcionan los engranajes republicanos: los poderes de Estado con sus pesos y contrapesos, el respeto por la Constitución Nacional, los derechos y las garantías reconocidas a los habitantes. Ese preámbulo, ingeniosa incorporación del mismo Alfonsín a los cierres de discurso de su campaña del 83, es la síntesis de lo que aspira la Democracia: constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general y asegurar los beneficios de la libertad. De allí mismo se desprende que la Democracia no puede consistir solamente en votar un representante cada tanto (esa democracia meramente delegativa de la que habla O'donnell). Ni siquiera es aquella en donde funcionan a la maravilla y aceitadamente las instituciones y la facultad de peticionar a las autoridades por parte de los habitantes. Cuando el preámbulo reza : promover el bienestar general está hablando de ese concepto fundamental que hace a vivir con dignidad. Por eso la frase de campaña de Alfonsín, por muchos criticada o sacada de contexto, va cobrando cada vez más relevancia: "Con la Democracia se vota, pero con la Democracia también se come, se cura y se educa". Es la coherencia definitiva con el Preámbulo y todo el contenido de la Constitución Nacional, especialmente los artículos 14 y 14 bis.
Si no nombráramos a la Carta Magna, encontraríamos los mismos principios en nuestro propio Himno Nacional: "Oíd mortales el grito sagrado: libertad, libertad, libertad. Oíd el ruido de rotas cadenas. Ved en trono a la noble IGUALDAD".
La Democracia, con la que soñó y por la que se sacrificó Raúl Alfonsín, es la del Himno: la que conquista la libertad, rompiendo las cadenas de toda dominación y opresión, pero también la que pone en el centro, en el trono: a la Igualdad. Es la Democracia con la que se construye un país nuevo con posibilidades para todos. Libertad e Igualdad. Siguen siendo el desafío.
Habrá que reforzar una Libertad que ha sufrido algunas amenazas, pero habrá que trabajar mucho para lograr una Igualdad de la que cada vez estamos más lejos. Estos son los desafíos del próximo cuarto de siglo democrático.
Dr Hugo Turrini
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