viernes, 3 de julio de 2009

EL EJEMPLO DE YRIGOYEN


Jamás se había visto una manifestación popular tan impresionante!
Ni el desprestigio pretendido por los medios y los dictadores habían convencido a un pueblo, que lo reconocía como al primer presidente elegido y el primero en ocuparse de sus problemas. Hipólito Yrigoyen , sin dejar de lado los conceptos de la libertad sino profundizándolos, creyó en un Estado mediador y coordinador para lograr un país grande y con justicia social.
Se pueden contar con los dedos de la mano los eventos que conmocionaron a la población y lo llevaron a ganar las calles para darle el último adiós a una celebridad. Ocurriría más tarde con la llegada de los restos de Carlos Gardel (verano de 1936), con el sepelio de Eva Perón (1952) y Juan Perón (1974), con el funeral de Raúl Alfonsín (2009).
Hipólito Yrigoyen, con su ejemplaridad, honestidad, falta de doblez, convencía a la comunidad sin discursos grandielocuentes (lo cual claramente no le gustaba), sin campaña mediática importante (más allá de la elemental tecnología de la época). Todos sabían "quien era" y que se podía esperar de él. Él era parco para hablar. Pero toda la gente hablaba de él.
Manuel Gálvez, no justamente un partidario, lo llamaría "el hombre del misterio" y alabaría su principismo insobornable.
Un presidente que recibía al pueblo directamente, otorgándole largas horas a esta tarea y proveyendo soluciones inmediatas en muchos casos. Ese contacto directo lo llevaba a confrontarse con la realidad, aunque algunos insistan que en los últimos tiempos se le escribía "un diario" para hacerle creer que toda iba bien.
Ese hombre "caía" personalmente en las oficinas públicas para verificar que los empleados faltaban para ir al hipódromo. Ese hombre entraba a las cárceles sin previo aviso, comprobando que hasta había presos totalmente desnudos y desatendidos. Es el mismo que le pagaba el sueldo a una maestra enferma, compañera en su tarea docente, alegando que se trataba de una pensión que se le había otorgado, cuando en realidad salía de su bolsillo. Es el mismo que pagó una deuda completa, a pesar de que a raíz de la crisis del 90, se tenía por completo el pago con la mitad de la misma. Es el aquél que siendo presidente donaba sus sueldos a la Sociedad de Beneficencia. El que paraba su carruaje para enterarse de que los niños , que todos los días lo saludaban a su paso, habían enfermado y necesitaban remedios.
Hipólito Yrigoyen es el que muy enfermo y volando en fiebre viajó en auto a La Plata para intentar defender a su gobierno y al enterarse de que todo estaba perdido, renunció ante el oficial de allí y no ante el dictador Uriburu.
Es el que no aceptó el indulto del dictador y solamente salió de la cárcel cuando asumieron en 1932 las autoridades constitucionales.
En las grandes obras de gobierno y en los detalles y pequeñeces, demostró ser una persona íntegra, preocupado realmente por su pueblo, sin intereses personales. Un ejemplo que todos los políticos de la actualidad deben seguir.
Muchos que se dicen "radicales" y recuerdan a Alem, Yrigoyen, Illia, Balbín, Alfonsín, deberían además imitarlos. La evocación para terminar haciendo todo lo contrario, es una hipocresía que estos hombres no merecen. Que nuestro país no merece. Podemos discutir sobre la visión y las estrategias en un debate que enriquece la Democracia. No admite discusión que la clase política debe trabajar en pos del conjunto y no para satisfacer perversas ambiciones personales.
El ejemplo de Yrigoyen no está pasado de moda. Es el ejemplo que nos permitirá ser un gran país.
Hugo Turrini

1 comentario:

  1. Muy interesante éstos comentarios sobre Yrigoyen.
    En ésta época en que muchos hablan de la "resurrección" de nuestro querido partido por haber salido más o menos bien parados en una contienda electoral, esperemos que no quede ahí y que sea una resurrección de los valores que los radicales siempre hemos levantado como bandera: tanto en el ámbito de los proyectos, del país que queremos, de las gestiones de gobierno... como en en ámbito personal de hacer política como un SERVICIO, de ver a la política como una tarea ética y moral con sentido HUMANISTA. Hipólito Yirigoyen encarna esos dos aspectos fundamentales: trabajar con buenas ideas por la grandeza de nuestra Nación, y manejar con honradez la cosa pública (la Res pública).
    Espero que toda la dirigencia del partido, y también los radicales que están por ahora fuera de él sean concecuentes con su legado mediante el ejemplo y no sólo con palabras.

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