miércoles, 18 de agosto de 2010
RESPUESTAS DE LEOPOLDO MOREAU A SOLANAS Y CARRIÓ
En su edición del martes 17, El Argentino da cuenta de declaraciones de Pino Solanas que dice coincidir con Elisa Carrió respecto a que "no se pueden seguir caciques radicales como Leopoldo Moreau, Storani y Rodríguez que han hecho desastres". No me extraña la coincidencia entre Carrió y Pino en materia de charlatanería mediática. Quiero decirle a Solanas que inicié mi militancia a los 14 años luchando a favor de la enseñanza laica, oponiéndome a la ley de siderurgia de Frondizi y a los contratos petroleros de esa época. La primera vez que fui preso fue en una manifestación convocada frente a la CGT por Antonio Scipione y Lorenzo Pepe de la Unión Ferroviaria para enfrentar el plan Larkin de desmantelamiento de los ferrocarriles. Salí en libertad porque era menor de edad pero varios de mis correligionarios fueron a parar al Buque Berna en el puerto de Buenos Aires que alojaba presos políticos. El 28 de junio de 1966 estuve entre el puñado de jóvenes, y algunos no tanto, que se reunió en la Casa Rosada para acompañar al presidente Arturo Illia en su resistencia al golpe militar. El 6 de septiembre fui detenido y trasladado a la cárcel de Villa Devoto donde compartí el pabellón con radicales, comunistas y peronistas que nos enfrentábamos a la dictadura de Onganía. Fui fundador de la Junta Coordinadora Nacional y de la Franja Morada y en esos años de lucha, donde conocimos comisarías de Capital Federal y de Córdoba, integramos la CGT de los Argentinos y Agustín Tosco -un gran dirigente sindical- nos supo honrar con su amistad. Con Marcelo Stubrin fuimos coautores del manifiesto fundacional del Movimiento de Renovación y Cambio que lideró Raúl Alfonsín y nos opusimos a las Tres A, origen del terrorismo de Estado. Por supuesto, también enfrentamos, como pudimos, a la dictadura sangrienta que nació el 24 de marzo del 76. En 1983 protagonizamos la epopeya de la recuperación democrática en la única transición no pactada de América Latina y voté la reforma del Código de justicia militar, acompañamos la creación de la CONADEP, movilizamos al pueblo argentino para enfrentar intentos golpistas y como legislador apoyé la ley de divorcio y la patria potestad compartida. En la década el noventa voté en contra de la privatización de YPF y de Gas del Estado. Durante 14 meses le paramos al menemismo la creación de las AFJP y con el ex diputado Eduardo Santin fuimos activos defensores del sistema de reparto. Denuncié en el Parlamento nacional el negociado de IBM-Banco Nación -y a diferencia de las denuncias de Carrió- en este caso se conoció el monto de las coimas, dónde estaban depositadas, hubo autores confesos y hasta se restituyó parte del dinero al Estado. Durante el gobierno de la Alianza es público y notorio que tuve una actitud crítica y, así como me opuse públicamente a las políticas de ajuste de Ricardo López Murphy, también me opuse a la designación de Domingo Cavallo, llegando, en la Quinta de Olivos, casi a las manos -como consignan las crónicas periodísticas de esos días. No me cansé de denostar al régimen de la convertibilidad. Junto con el doctor Raúl Alfonsín apoyamos la transición entre el 2001 y el 2003 para evitar un golpe cívico-militar que, a caballo de la crisis económica, quería terminar con la democracia, con el apoyo de algunos sectores de los EE.UU. e imponer la dolarización de la moneda, lo que nos hubiera transformado en una colonia. En el 2003 junto con Mario Losada encabecé la fórmula de la UCR y, aunque no estoy orgulloso del dos por ciento de los votos, sí estoy orgulloso de haber luchado porque hoy, mal que les pese a Carrió y Solanas, nuevamente el radicalismo está vigente. Nunca gerencié nada en el partido. Todos los cargos electivos y partidarios los obtuve en elecciones internas o generales. Nunca ocupé funciones ejecutivas. Nadie -ni siquiera Alfonsín- me puso a dedo en una lista. No estoy en la misma situación de los que nos llaman gerentes pero son elegidos en el living del departamento de la doctora Carrió. A propósito: cuánta visión tuvo el doctor Raúl Alfonsín cuando al día siguiente de ser recibida por Gerardo Morales en la sede del Comité Nacional partidario publicó una carta -que canallescamente algunos sugirieron que no había sido escrita por él- advirtiendo de los riesgos que suponía una alianza con una dirigente auto-referencial. Una vez más no se equivocó.
Leopoldo Moreau
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