domingo, 1 de agosto de 2010

HOMENAJE A ELPIDIO GONZÁLEZ


Muchos prohombres ha tenido la Unión Cívica Radical. Unos han traído a ella la claridad de su inteligencia, otros la hondura de sus conocimientos, algunos el ímpetu revolucionario. Elpidio González pudo darnos todo eso pero nos dejó algo muy superior: el legado de su estampa cristiana que se eleva como símbolo de las generaciones radicales.
Quizás nosotros hemos llegado a su vida, sin quererlo, demasiado tarde. Desde pequeños se nos parecía, más por intuición que por saber acerca de su vida, como un patriarca bíblico saliendo de los pasajes magníficos del Libro de los Profetas. Luego, los años permitieron que nos adentráramos en todos los aspectos de su existencia para conocer sus humildes orígenes, su actuación en las posiciones más elevadas, su lealtad y sus renunciamientos, y alcanzamos por último a contemplar su figura agigantada en dignidad, dando forma a un vigoroso discurso en los días de la postrer dictadura. Así, los mismos que intuimos en Elpidio González al apóstol, ya de hombres lo seguimos viendo como tal, pues no hay una sola variante en la hermosa línea de su vida que haga lícito apartarnos de este concepto. Elpidio González es conducta moral, es rectitud ciudadana, es una profunda lección de humildad para radicales y extraños.

Este tributo al recuerdo adquiere, hoy más que nunca, significado trascendente. En el torbellino de una humanidad convulsionada que tramuta a saltos la acción por el reposo, la violencia por la dulzura y, el progreso por el retroceso, debemos mantener viva la antorcha de luz que encendieron hombres como Elpidio González. En estas horas difíciles que nos toca vivir, no amilanan, al radicalismo las progresistas revoluciones sociales, pues la lucha es de la esencia radical. Nos inquieta sí la crisis de la moral y el abandono de los valores inmutables. Tememos a la desubicación de los conceptos y a las falsas imputaciones en una hora: como la presente, donde hay quienes confunden la defensa de la verdadera doctrina social, que está basado en el respeto del hombre, cualquiera sea su condición con la apología de un Estado personalista y totalitario que arrasa con toda expresión individualista. Nos agobia una postura económica prescindente de todo contenido espiritual. Combatimos una conducta política que para realizarse prescinde de las actitudes éticas y cae en la inconducta. Tememos, por fin, a una austeridad proclamada y no cumplida, y a las declamaciones constantemente enfáticas, inclinándonos por la obra silenciosa y fecunda. Por ello, llegamos a Elpidio González para proclamarlo como una esperanza de emulación ante los que están y para los que vienen."

VÍCTOR H. MARTÍNEZ

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