martes, 17 de noviembre de 2009
LA UNIÓN VALE LA PENA
Debemos comprender la realidad en su conjunto y asumirla, como base para el posicionamiento de nuestro partido y para la construcción del camino hacia el crecimiento.
Las expectativas de la sociedad aumentan día a día y nos exigen a los radicales, como en toda nuestra historia, mucho más que a otras fuerzas políticas. La misión es estar a la altura del reclamo.
Pongamos en práctica métodos renovadores y modernos en la acción interna, recreemos las propuestas progresistas.
Sepamos que "lo fugaz no es conveniente", que “el compromiso real es un objetivo permanente” y por cierto que "la fama no es igual al prestigio".
Demos impulso a nuestros ideales respetando el disenso. Que sea éste también causa de nuestra pasión y entrega. Nada tiene más valor ni importancia que disentir con el fin de llegar a coincidencias, con el empuje y la intensidad de la vocación de servir a la Nación.
En este marco, la unión de los radicales ya no es una aspiración, es una necesidad que debemos asumir con responsabilidad, nobleza y desinterés personal o sectorial.
Los hechos que vive nuestra República ponen en evidencia que ese acuerdo es vital para sostener la Democracia que los autócratas quieren ver muerta.
Esa conjunción tan necesaria solo puede fundarse en la concordia construida con serenidad y responsabilidad histórica.
Valoremos la fogosa acción de pertenencia a distintos grupos internos, pero aportemos estos valiosos elementos a una causa superior y de mayor nobleza. No ha de significar ello, renunciar o abdicar a los pilares fundantes de distintos sectores del pensamiento radical. Tampoco el caer en amontonamientos que el ciudadano rechazará por frágiles y especulativos.
Coincidamos en que nuestros esfuerzos deben concentrarse en las cuestiones que hacen a la dignidad del hombre, fácil de enunciar y difícil de lograr.
Para todos los radicales la Dignidad es la lucha infatigable para eliminar la pobreza, la miseria, la ignorancia y la desesperanza en las que nos han sumido a millones de argentinos. Por razones éticas y políticas la tarea principal es encontrar los caminos convergentes para terminar con esta injusticia social.
Los fantasmas del conflicto entre correligionarios, el riesgo de perder la seriedad indispensable, la acción de la pasión sin la razón, atentan directamente contra nuestra propia capacidad para atacar los problemas del hoy.
En definitiva he comprendido en el andar y el hacer, que la unidad no es "unicato", por el contrario ha sido y es una condición central de la fuerza de nuestro partido.
La concordia y la concertación que surgen de las divergencias, son también una herramienta de incalculable valor para recuperar la dignidad de nuestros conciudadanos.
Desde luego no alcanza con invocar la unión y la concordia, hay que realizarla.
Demostremos como en 1983, que somos capaces de ofrecerle a la Nación un Partido Político institucionalmente sano y fuerte, presente en todo su territorio.
Elaboremos una propuesta sólida y consistente para enfrentar la crisis moral, social, institucional y económica más grave y profunda que padecemos desde la recuperación de la Democracia que nos legara Raúl Alfonsín, provocada por este gobierno.
Ofrezcamos nuestra lucha incondicional para que de una vez y para siempre se terminen en nuestra Patria la oficialización de la mentira, la censura, la indignidad, la beligerancia, la insolidaridad y la insidiosa acción de culpar a los opositores de las propias acciones antidemocráticas y desestabilizantes del poder central.
Otra vez la lucha es por el Nunca Más.
Vamos a recuperar esos valores. Vamos a ofrecer credibilidad y fe a nuestro pueblo vapuleado. Hablemos con él y persuadamos a todos los que puedan acompañarnos en este noble sueño. Recreemos la mística que frene el hastío y la desesperanza. Difundamos con humildad y grandeza que aspiramos a trascender este tiempo y que sólo nos moviliza el supremo objetivo de la lucha permanente por recuperar la Dignidad del hombre pisoteada, la República herida y la Grandeza de una Nación aislada del mundo.
TOMÁS BRES
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