miércoles, 7 de julio de 2010
"UCR.Su historia, su doctrina, sus nombres"
Quiero agradecer al autor de este libro la distinción que me ha hecho al pedirme que participe en esta mesa redonda para hacer la presentación pública de la obra. Este es un acto de todos los radicales, porque los radicales tenemos una sola historia y una sola doctrina. Me alegra también que este acto cultural se realice en la sede partidaria ya que es un acto de la cultura radical.
Diego Barovero es un historiador que basa sus trabajos en la investigación. En tal sentido sigue la escuela de Félix Luna y se diferencia de quienes adornan sus escritos con invenciones personales, propias del género de las novelas pero no de la historia.
Los radicales no somos recién llegados al escenario de la política. Tenemos casi 120 años de existencia y en política, tener historia y más cuando esta se basa en la ética y en los principios, es asumir compromisos y obligaciones que nos iluminan el camino del presente hacia el futuro.
Barovero ha sintetizado en siete puntos los principios doctrinarios del radicalismo y el análisis de los mismos muestra la vigencia que tienen tales principios en la Argentina de hoy. Veamos:
Federalismo. Hoy como siempre la lucha por el federalismo es un objetivo de la UCR. En el gobierno de Alfonsín las provincias recibían entre 50,3 y el 53 por ciento de los recursos coparticipables y lo hacía por intermedio del Banco de la Nación sin obligar a los gobernadores a doblegarse ante el poder central.
Cumplimiento de la Constitución Nacional. Este punto merece una reflexión especial
Fue el radicalismo el que condujo el país a la democracia con Raúl Alfonsín, quien ante los intentos de golpe de Estado y los paros generales desestabilizadores dedicó todos sus esfuerzos a salvar el sistema para que las nuevas generaciones pudieran gozar del sistema y vivir en libertad.
Hoy, una vez más somos los radicales, los guardianes de la democracia para salvaguardarla también para los jóvenes actuales y los que vendrán en el futuro.
No nos conformamos con una democracia formal, sin contenido, deteriorada, hecha jirones. El sistema no es solo celebrar elecciones cada dos años. Queremos y exigimos la democracia total. Esta es seguramente, la más grande bandera que enarbola el radicalismo en el momento actual: Reconquistar el sistema democrático, en toda su integridad, para que rija en todo el territorio de la República, en forma permanente y para que lo puedan gozar todos los argentinos.
Libertad de sufragio. Esta lucha ha sido esencial en la historia radical desde sus comienzos. Gracias a ella Yrigoyen logró la ley que no lleva su nombre, pero que fue la culminación de un combate permanente y que justificó sus revoluciones de 1893 y 1905. Solo la libertad del sufragio da legitimidad inicial a los .mandatos. Yrigoyen no trepidó en intervenir provincias cuando sus gobernantes provenían del fraude electoral. No aceptamos tampoco la manipulación del voto a través de la aniquilación de la libertad de expresión. Pero lo peor fueron las dictaduras militares que impedían a los ciudadanos votar. Todavía resuena en nuestros oídos aquella frase: “las urnas están bien guardadas”. Nuestra historia nos ha mostrado siempre en lucha contra quienes negaron o manipularon los votos.
Antiacuerdismo electoral. Es el símbolo de nuestra intransigencia con los principios que sostiene el radicalismo. La UCR nació para romper el acuerdo Mitre-Roca que tendía a conservar el poder en las minorías e impedían el acceso al mismo de quienes no integraban las élites gobernantes.
Americanismo y neutralidad. Yrigoyen mantuvo a la Argentina neutral en la 1ª Guerra Mundial y concluida esta sostuvo en la reunión inicial de la Sociedad de las Naciones principios como la igualdad jurídica de los Estados Soberanos, la no intervención, la libre determinación y el derecho a la paz como el estado natural de los pueblos. Para preservar la paz propuso la creación de una Corte permanente de Justicia Internacional. Llevó adelante una política americanista y en el intercambio de saludos con el presidente Herber Clark Hoover, que visitó nuestro país en 1928, le señaló que “los hombres deben ser sagrados para los hombres y los pueblos para los pueblos”. Estos sólidos principios yrigoyeneanos han marcado el rumbo de la política exterior de todos los gobernantes del radicalismo. Como ejemplo baste recordar cuando Arturo Illia se negó a mandar tropas a Santo Domingo, país ocupado por los Estados Unidos.
En este punto hay que agregar su oposición al colonialismo y la defensa inquebrantable de nuestra soberanía en los archipiélagos australes: Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur. Fue el gobierno de Illia, siendo canciller Miguel Angel Zavala Ortiz quien logró internacionalizar el problema al aprobarse la resolución 2065.
Defensa del patrimonio nacional. He dejado para el final este punto desarrollado por Diego Barovero en otro orden para hacer especial hincapié en la importancia actual que debe tener en nuestro programa, especialmente del patrimonio hidrocarburíferas.
Los radicales nos podemos sentir orgullosos de nuestra doctrina. Uno de nuestros principios que ha sido seguido con coherencia a través de toda nuestra historia ha sido la defensa de nuestro patrimonio energético.
Fue Yrigoyen quien creó YPF. Fue Alvear quien nombró a Enrique Mosconi y quien envió al Congreso el proyecto de nacionalización del petróleo. Fue Yrigoyen quien ratificó a Mosconi, obtuvo la media sanción del proyecto y bregó para su conversión en ley. Fue la causa de su caída. Fue Illia quien anuló los contratos petroleros ilegales y leoninos que había aprobado el gobierno anterior. Fue Alfonsín quien aprobó el plan Houston-Comodoro Rivadavia e hizo de YPF una empresa eficiente y rentable.
Con humildad pero con altivez exhibimos esta historia frente a quienes firmaron el convenio con la California, Vendieron, o mejor dicho rifaron, a YPF, descuartizaron a Gas del Estado, hoy no tenemos ni el petróleo ni el gas que necesitamos y nos están conduciendo hacia el desastre energético y a la desaparición de las reservas.
Han entregado nuestros yacimientos a empresas extranjeras o a nacionales amigas del poder, sin licitación, con una ridícula regalía, por varias décadas y lo han hecho diez años antes de que terminasen sus concesiones.
Todo esto va a ser revisado y rectificado por el Plan Energético de la UCR para asegurar nuestro abastecimiento y el desarrollo agropecuario e industrial y avanzar en las energías alternativas. El Estado jugará un rol importante en su implementación y tendremos una empresa nacional que seguirá la trayectoria de la antigua YPF.
Tiene razón Diego Barovero al culminar su estudio doctrinario al señalar que:
“es menester difundir y promover el conocimiento de la doctrina del partido de modo de brindar sustento ideológico a la acción política cotidiana”.
Después de leer su libro le pedimos a Barovero que siga investigando y escribiendo sobre nuestra historia porque al hacerlo prestará un gran servicio a los valores que sostiene la UCR.
Hipólito Solari Yrigoyen, presidente de la Convención Nacional de la UCR, en la presentación del libro de Diego Barovero
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