jueves, 8 de julio de 2010

La entrega del mando y la "entrega"



El 7 de julio de 1989 rendía: "Elementos de Derecho Penal", el primer parcial de una materia anual. La evaluación fue a libro abierto. Pude usar el Código, los apuntes, algún manual. Claro, cuando es así (como docente hoy lo corroboro), todo el material no sirve para mucho!! Tuve que resolver (teóricamente) un caso de hurto, encuadrándolo en el esquema correspondiente y fundamentando todo. Dos horas no me alcanzaron. Obtuve un digno 8.
El país atravesaba momentos difíciles pero los saqueos se habían apaciguado, una vez que el Presidente Raúl Alfonsín anunció la entrega anticipada del poder.
Lo viví, creo que la mayoría, como una gran frustración. La psicología analiza las consecuencias posibles de una frustración prolongada. Pueden darse, entre otras, la regresión, la agresión y la apatía. Este último síntoma fue el más marcado. Toda esa ebullición popular de 1983, que terminó con la dictadura, comenzaba a evaporarse. Muchos decían: "nada va a cambiar, no me interesa la política, no participo más...", cuando en realidad sí les interesaba y mucho. La negación no es una mentira para los demás. Es un intento de autoconvencimiento, porque nuestras fuerzas han cedido.
En la etapa que comenzaba el 8 de julio, esa "desmovilización" se fue acentuando hasta observar ajenos la entrega del patrimonio nacional, sus recursos naturales, su soberanía. La excusa de modernizar un Estado ineficiente (y vaya que lo era... o lo es!!) sirvió a pingües negocios, implementando políticas de privatizaciones extremas sin los mínimos recaudos. Alfonsín no era extraño a la necesidad de reformar el Estado y privatizar, tras su experiencia de los primeros años. Rodolfo Terragno fue una carta fundamental en esa tarea. La diferencia era notoria: modernizar o privatizar, no significaba que el Estado perdiera la mayoría del capital en las empresas sino proponía una mixtura entre lo público y privado a efectos de lograr eficiencia en los servicios, reduciendo gastos.
Ese día triste para los radicales , y para todos los argentinos de buena voluntad, que habían visto estallar contra la pared de la derrota económica e hiperinflacionaria, los sueños de la joven Democracia, hoy puedo leerlo en otro contexto.
La entrega del poder de un gobierno democrático a otro, no ocurría desde décadas (cuando el excelente presidente Marcelo Torcuato de Alvear entregaba el mando al símbolo popular llamado Hipólito Yrigoyen, en 1928). Y aún antes, si tomamos en cuenta que el presidente surgido de un partido político lo entregaba a uno surgido de la oposición (habría que remontarse a 1916 cuando el conservador Victorino de la Plaza era sucedido por el mismo Yrigoyen, al aplicarse la ley Sáenz Peña).
Pero ese presidente honesto, político por vocación, con características nacionales y sociales, en el marco del respeto irrestricto de las instituciones de la República, nunca se alejó de la actividad política (a pesar que esos tiempos fueron muy duros). Su hijo Ricardo Alfonsín afirma que Don Raúl pudo seguir en la batalla por el acompañamiento de sus correligionarios. Para cualquiera hubiese sido prácticamente imposible sobrevivir y seguir actuando ante tamaña frustración.
Los noventa nos dejaron, además de las privatizaciones exageradas (que llegaron hasta las "joyas de la abuela", nuestros recursos como el petróleo o el gas), un retroceso en el plano de la justicia, al firmarse los decretos de indulto a los dictadores y jefes de la guerrilla.
El modelo menemista ganó nuevamente en 1995.
Podemos decir que la batalla cultural se perdió y aún hoy, sufrimos sus consecuencias.
Un día como hoy, Raúl Alfonsín dejaba la Presidencia. A pesar del dolor, no abandonamos nuestros sueños. Los vamos a concretar!!
Hugo Turrini

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