domingo, 5 de diciembre de 2010

EL MAGNÍFICO VUELO DE LA ESPERANZA


Los días previos fueron de intenso trabajo. Otra vez los amigos de siempre referenciados en Ricardo se pusieron el overol y salieron a pegar afiches, pasar volantes bajo puerta y poner mesas en la calle. La convocatroria al acto de ayer era (como siempre) de la mayor importancia. Un lanzamiento a la presidencia de esas caracteristicas no lo vemos todos los días, ni siquiera todas las décadas. Jubilosos y esperanzados subimos a los micros y partimos hacia Capital, la respuesta previa de la gente había sido muy satisfactoria y evidenciaba una creciente adhesión hacia nuestro candidato. Por la mañana, una solicitada en los principales diarios expresó la adhesión al evento de muy importantes dirigentes de todo el país. Al llegar a destino en una magnífica tarde de verano, recordaba la movilización para ese otro acto del Luna Park, casi en la misma fecha, de diciembre de 1982, que fue junto con el de la Federación de Box en julio de aquel año, la irrupción irrefrenable de Raúl Alfonsín que lo llevó en multitudes hacia la Casa Rosada. ¡Cuanto tiempo pasó desde entonces! ¡cuantas esperanzas, triunfos y sinsabores! Sobre todo la ardua marcha en los años posteriores al 2001, que más tuvieron que ver con una desesperada lucha por subsistir como partido que con buenas posibilidades electorales. Sin embargo, tantos sacrificios de unos pocos tuvieron su premio esta vez. Al entrar en la avenida de Mayo confluimos con diversos contingentes de Capital, de la provincia de Buenos Aires y de muchas otras. El colorido, los redobles de tambores y la alegría eran por demás expresivos e incesantes y muchos asistentes se fundían en abrazos al encontrarse con amigos correligionarios de otros distritos. No nos fue posible avanzar más y quedamos como a cien metros del palco, al costado de esa notable expresión arquitectónica que es el Palacio Barolo. Una pantalla gigante nos permitió ver los primeros discursos, y digo ver porque a pesar de los parlantes el sonido atronador de los bombos casi no nos dejaba escuchar a Ricardo Gil Lavedra, Gerardo Morales y Angel Rosas. Curiosa sensación esa la de estar en un acto y perderse parte de él. No obstante, para que un acto se vea como sucedió en todos los medios del país, PRIMERO TIENE QUE SER UN GRAN ACTO PROTAGONIZADO POR LA MILITANCIA. Eso es en definitiva lo que sucedió. Luego, al subir Ricardo al estrado el clamor de la gente logró atenuar el bullicio y pudimos escuchar gran parte de su intervención. Allí ratificó su vocación aliancista (con el socialismo, el GEN y Encuentro Popular),su compromiso con la ética ("No toleraré funcionarios corruptos"), su ataque a la pobreza y la inflación que cercenan derechos sociales y crean más carenciados, su valiente actitud frente a la CGT ("No les tengo miedo, vamos a gobernar para los trabajadores"), su defensa (como si fuera necesario) ante las chicanas por su "falta de gestión" ("Kennedy, Lula, Felipe Gonzalez y Mandela tampoco la tenían previamente) y culminó con aquella exhortación que ya le hemos escuchado en otras ocasiones similares: "La vida no es solo para disfrutarla, hay cosas más importantes que le dan trascendencia, como hacer algo por los demás". Ese fue el estupendo cierre de su discurso, junto a una felicitación para quienes en pos de esos objetivos, militan en política. Entonces fue el apoteósis y el júbilo de los presentes se manifestó con la máxima intensidad, hermanando aún más a la multitud que se había acercado al encuentro, dando nuevo impulso a su lider y situándolo sin duda como el líder de la oposición en camino a convertirse el año que viene en el nuevo presidente de los argentinos.

Este fue como decía en el otro párrafo, un nuevo triunfo de la militancia. Aquella que salvó con su tesón la existencia misma del radicalismo en años recientes. Aquella que no compró gato por liebre ante la aparición de sujetos "no positivos", de dudosa calidad radical. Aquella que en número creciente e imparable sigue a Ricardo Alfonsín hacia la meta del radicalismo de siempre: El de una Argentina mejor, que amplíe sus libertades junto con posibilidades de realización social plena para todos sus habitantes. La Argentina que sin duda nos merecemos.

Una vez más la esperanza en esos valores levantó su vuelo magnifico y desafiante. El cielo es el límite.

Saludos militantes a todos de Bernardo Wasinkievich.

La Plata, 4 de diciembre de 2010.-

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