jueves, 11 de agosto de 2011

RICARDO ALFONSÍN ÍNTIMO






Ricardo Alfonsín llega cansado, como todos los candidatos presidenciales que se prestaron a este ciclo de “Íntimos”, por el recorrido interminable de una campaña electoral con visitas a pueblos y ciudades, con sus actos y notas periodísticas, a lo largo y ancho de todo el país.




En el radical se nota una leve disfonía, que el bonaerense atribuye a los tres o cuatro actos que tiene cada día y en los que habla, durante 25 a 30 minutos en cada uno. Este cronista recomienda un té de jengibre –algo que no consume el radical- o en su defecto, una grapita o un licor en el café, como solía hacer Roberto Goyeneche, antes de salir a cantar sus tangos.




“La voz se afecta, pero la grapita me gusta cuando como mucho; los españoles tienen el orujo blanco, que me gusta como digestivo”, relata Alfonsín, en una cita que merece dos aclaraciones: una, que el orujo es parte de la herencia familiar y el gusto por la cocina española. Y el otro, que no toma alcohol, salvo cuando maltrata al vino tinto, al mezclarlo con la soda.




Ricardo Alfonsín muere por las pastas y lo confiesa: “Tal vez, sea el vicio más caro que tengo porque me gusta comer bien”. Y que como está siempre en campaña, casi no come en su casa, no para a almorzar y “llego a la noche con un hambre bárbaro y después, me mato con pastas, con pan y muy poco de vino. Con soda a veces, me van a matar los que saben”, cuenta con sonrisa de entendido en gastronomía.




Reconoce que el deporte no es lo suyo –al igual que el resto de los candidatos presidenciales, salvo la nadadora Argumedo- y que en sus pocos ratos libres, “en realidad, a mí me gusta salir a comer. También leer -porque leo estudiando- y mirar en televisión programas documentales”, al estilo Discovery Channel.




“No hago deportes y eso está mal”, acepta y recuerda los tiempos de la “pelota a paleta” en Chascomús, deporte que supo jugar Raúl Alfonsín: “Soy malo bailando, malo al fútbol, me defendía al básquet” pero dice que si se la conociera bien “la pelota a paleta sería más popular que el tenis; es más lento, en Chascomús está lleno, porque está lleno de vascos”.




Si nos quedamos en el recuerdo de Chascomús, aparece la imagen de papá Raúl, llevando a pasear a los hijos: “Íbamos a la laguna en mateo. Saliendo de mi casa a mi izquierda, estaba la plaza Sarmiento y ahí paraba el mateo, en ese momento era un medio de transporte”. Y Raúl lo hacía “cuando el sol caía, porque no le gustaba mucho exponerse al sol”.




Entre los recuerdos del padre Presidente, aparece el sentimiento que Ricardo sentía en el año 1983, cuando llegó la democracia y su progenitor era el hombre encargado por el voto popular para hacerla empezar a caminar: “Mi sentimiento era de ‘preocupación’. Nunca me imaginé que iba a ser fácil”, señala y aparece la vida en la quinta presidencial.




“Muy aburrido Olivos: qué va a hacer uno en Olivos, yo soy un tipo de pueblo. El primer tiempo uno se sorprende, es la novedad; pero después, es muy aburrido”. Y sentencia: “Yo tengo Chascomús para eso, que es mucho mejor: mis amigos, el club, los restoranes…”, evoca.




Ricardo Alfonsín confiesa que “yo me casé grande, iba a cumplir 31 años. Tuve 10, 11 años para hacer bastantes macanas” y se ríe, antes de que empiecen las anécdotas. Con sus amigos recorrían las fiestas del pueblo y la consulta que aparece es “cómo era el reto del padre” y si era “con alguna puteada”. Ricardo piensa, ríe y reconoce: “¡Qué carajo te creés!, nos decía”.




Y relata el hijo que se casó grande: “Un día por ejemplo, se casaba mi hermana y yo era padrino de civil. El casamiento era a las 6 de la tarde. Yo salí la noche anterior, terminó el baile de mi pueblo y fui al baile de campo: enganché la luna con el sol, como dice la bailanta. Me quedé comiendo un asado…Y llegué sobre la hora, con toda la familia esperando”, es el detallado relato.




“No era demasiado ordenadito”, acepta hoy, enfundado en un traje de candidato; “era atorrante de pueblo”, lugar donde “se dan muchas oportunidades para atorrantear; algunas cosas me dan vergüenza”, estalla y no da precisiones más que esta frase: “Viernes, sábado y domingo era mucha indisciplina…”.




Sin embargo, el muchacho salidor de Chascomús precisa que “en mi vida probé marihuana ni ninguna otra droga. Pero tomábamos”. Y tiene su párrafo de elogios a las chicas argentinas, a pesar de ser un hombre retirado, dedicado a la política tiempo completo y padre de cuatro hijos.




¿Cuáles son más lindas? ¿Las chicas radicales o las de De Narváez?, consultamos al aliado del peronista candidato a gobernador.




“Ah no, las dos son lindas… Hay lindas en todos lados… Vengo de Corrientes, qué lindas chicas hay ahí”, pero se excusa, para no quedar mal con el resto de la geografía nacional.




Pero insistimos: “Las chicas peronistas seguro son lindas pero ahí seguro que usted no…

Pero Alfonsín sorprende: “Y alguna vez con peronistas he tenido una relación sentimental: en ese sentido, no discriminaba para nada”.




Luego, salimos de la broma sobre las mujeres y nos metemos en su familia y en sus cuatro hijos. La consulta, respetuosa, es sobre Amparo, su hija que falleció en un accidente a los 15 años, tema del que no habla Alfonsín, en general.




“Probablemente no haya una circunstancia para la que uno esté menos preparado que esa”, refiere Alfonsín, con la voz suave pero firme. Y evoca que tiempo después de ese accidente fue a visitar a un amigo que pasó por ese mismo drama.




“Me fui a ver un amigo que le había pasado lo mismo, Carlitos Ghioldi” y que salió de esa charla con la sentencia de que “la mochila siempre la llevás, no va a haber día en que no la recuerdes. Pero la mochila se acomoda”.




Respecto de los otros tres hijos, cuenta que “me han salido todos medio pal arte” y enumera a Ricardito (“es rockero y tiene su banda de rock Inadecuados”, Lucía estudia teatro y canto y Marcos “empezó cine y se metió en abogacía y sumó fotografía”. Y nuevamente evoca a “Amparito que estudiaba canto y baile”.




Ricardo Alfonsín indica que “todos cantan y yo procuré que les gustara”. Pero acepta que “no tengo la menor idea de los que es un DO, un SI, un MI”, a pesar de que en sus recorridas de campaña puede sonar en el auto Mozart o Beethoven tanto como Nicola Di Bari, Sandro o Favio.

FUENTE: "DIARIO CLARÍN"

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