jueves, 17 de enero de 2013

Treinta años no es nada

Todo parece normal. Ya no me horrorizo cuando mis alumnos manifiestan que  jamàs oyeron hablar de un Presidente de la Naciòn llamado Arturo Illia. Lo bueno: hablo de una gestiòn brillante y de un Presidente que, lejos de ser acusado de corrupciòn, no amasò ninguna fortuna ni tuvo pràcticamente bienes personales. Sinceramente, me cuesta eso de contar que "muriò pobre", como si fuera una hazaña... o "no robò", como si eso fuera algo excepcional por lo cual hay que felicitar a una persona....
Pero los tiempos que corren hacen necesario resaltar esas cualidades. Lamentablemente muchas veces mis propios alumnos contestan con un: "no puede ser"... "es mentira"... "si fue asì, fue un tonto..." La semilla es sembrada y cae en campos estèriles o fèrtiles. No son pocas las sorpresas que me llevo cuando a la clase siguiente me dicen: " Profe: mi abuelo me contò de ese Presidente del que usted hablò y me dijo que era una buena persona y muy honesta..."
Esa honestidad, tan necesaria hoy en la funciòn pùblica como en toda la sociedad (incluyendo nuestro partido.. no???), se ha desdibujado y vivimos en un paìs sin valores donde puede haber pasajeros momentos de prosperidad para algùn sector de la sociedad y contenciòn para otros menos favorecidos (todo lo cual es importante pero no suficiente), pero sin un cambio cultural estamos condenados a la derrota... terminaremos en una guerra de todos contra todos.
Como creemos en un cambio positivo no profetizamos ese desastre. Proponemos una alternativa basada en esos valores y principios que, tan bien, supo encarnar Don Arturo.
Yo preferirìa hablar de los logros y las lineas directrices del gobierno de Illia.
Por ejemplo: cuando enfrentò a los mercaderes que lucran con la vida y la salud de la gente, proponiendo una ley de medicamentos que contemplaran a los mismos como "bien social", con precios razonables y accesibles a todos los que sufrieran el flagelo de la enfermedad. Un mèdico, que hasta pagaba de su flaco bolsillo los remedios a los pobres de Cruz del Eje, sabìa de que se trataba...
Me gustarìa hablar del crecimiento del producto bruto interno. Contar que mis padres se casaron, compraron su casa y su Fiat 600 durante su gobierno (siendo obreros textiles). Esas pequeñas anècdotas personales de una època de verdadero progreso.
Anhelarìa resaltar su preocupaciòn por la educaciòn y la utilizaciòn de casi un cuarto del presupuesto nacional para su desarrollo.
Podrìa resaltar la defensa que hizo de nuestros hidrocarburos a semejanza de la visiòn de Hipòlito Yrigoyen, Marcelo T. de Alvear y , por supuesto, Enrique Mosconi.
Han pasado treinta años de su partida.
No alcanzò a ver esa Democracia permanente que logramos entre todos los argentinos.
Esa Democracia por la que luchò Don Arturo Illia.

Hugo Turrini

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