Así fue el querido "Bicho". Uno de los pocos músicos de la "guardia vieja radical" que quedaban, que supieron ponerle ritmo a la política argentina del último medio siglo. Fiel, muy fiel a sus colores radicales. A su escudo. A la boina blanca. A las ideas directrices que diseñara Hipólito Yrigoyen. Pero fidelísimo a los colores que aúnan a todos los argentinos: el Celeste y Blanco.
En estas últimas horas he podido intercambiar ideas con dirigentes que lo conocieron y trataron, con algunos viejos amigos del caudillo. Mi sensación de toda la vida fue corroborada por ellos (aún por sus adversarios políticos): fue un verdadero "Patriota". En el sentido profundo de la palabra. Desde lo racional y desde lo emocional. Un verdadero "León" defendiendo su tierra. También defendiendo su tierra grande, que lo viò como fundador y presidente, en dos ocasiones, del Parlamento Latinoamericano.
Nunca llegó a gobernador de su Chaco adoptivo. Como el General San Martín, había nacido en Yapeyú, provincia de Corrientes. Pero sí fue senador en tres ocasiones por la provincia del quebracho. Así era Luis: un "Quebracho" chaqueño para luchar contra las injusticias (en los dichos de su esposa en el último homenaje: aún contra las deslealtades de algunos correligionarios). Duro, imposible de ser talado en sus principios y valores. Esos que tanto necesita un país que debe ser reconstruido desde sus bases. Defensor de la soberanía sobre las Islas Malvinas (capaz de llamar "piratas" a los ingleses en la misma ciudad de Londres). Conocedor y defensor de los intereses argentinos en el tema de los "Hielos Continentales", en el diferendo por el "Canal de Beagle".
Fue portador de otra bandera de Yrigoyen (y Enrique Mosconi): luchó por la defensa de nuestros hidrocarburos. De nuestra finalmente "entregada" YPF. Yo opino que uno no puede jactarse de tener petróleo y no tener los medios para extraerlo. Un Estado soberano puede celebrar contratos. Pero no puede desligarse, dejar de supervisar, de controlar, de exigir. En todos esos temas claves estuvo ese "felino de la Democracia", capaz de mostrar sus garras para defender los intereses genuinos de su pueblo. Más allá de los lógicos (y afortunados) disensos en un partido centenario y democrático, todos lo consideran un verdadero Maestro. Un auténtico radical. Un argentino sin dobleces.
Dr Hugo Turrini
No hay comentarios:
Publicar un comentario